¿Crees que podemos cambiar nuestro estado emocional por nosotros mismos?
Cuando nos encontramos ante una situación diferente es normal que podamos sentirnos algo agobiados, frustrados o incluso desanimados. Dependerá de nosotros modificar el estado en el que nos encontramos. Un nuevo enfoque en nuestra forma de pensar o de sentir provoca una nueva adaptación, una perspectiva diferente y hace que cambien los esquemas cognitivos.
Pero, ¿qué entendemos por esquemas cognitivos? Son estructuras mentales que representan el conocimiento que tenemos sobre el mundo, incluyendo, ideas, creencias, expectativas y experiencias previas. Nos ayudan a organizar y entender la información nueva, facilitando la interpretación de situaciones y la toma de decisiones.
Funcionan como marco de referencia que influyen en cómo percibimos, almacenamos y recuperamos la información. Los desarrollamos a lo largo de nuestra vida a través de la interacción con el entorno y pueden cambiar según nuestras experiencias.
Pueden influir en la forma en la que procesamos una información nueva y llevarnos a interpretaciones basadas en nuestras creencias persistente.
¿Cómo podemos cambiar los esquemas cognitivos?
Cambiar los esquemas cognitivos puede ser un proceso desafiante y que lleve tiempo, pero que con enfoque y constancia se puede llegar a conseguir. Estos pasos pueden ser de ayuda:
Autoconciencia: Será fundamental conocer los esquemas existentes. Empecemos observando como interpretamos cada situación, a que creencia va arraigada y cómo influye en nuestros pensamientos y acciones.
Cuestiona tus esquemas: Pon en duda tus creencias y perspectivas actuales. Reflexiona sobre si son realmente válidas o están sesgadas por experiencias pasadas.
Exposición a nuevas experiencias: Trata de buscar nuevas experiencias y opiniones, de esta manera podrás ampliar otros puntos de vista y desafiar a tus esquemas existentes.
Aprende constantemente: La educación continua, la lectura, la exposición de diversas ideas te van a ayudar a expandir tus esquemas cognitivos.
Práctica el pensamiento crítico: Analiza tu forma de pensar y las fuentes de información que utilizas. Desarrolla habilidades para cuestionar y evaluar la información de manera objetiva.
Reestructuración cognitiva: Identifica patrones de pensamiento desfavorables y trabaja en cambiarlos activamente. Esto puede inducir a desafiar pensamientos negativos, reemplazar creencias limitantes por otras más útiles y realistas, o modificar patrones de pensamiento que te causen malestar.